Mujer de media sombra,
Teñida de nicotina,
Y de voz extraviada,
Por qué no me chupas mis jodidas botas llenas de cieno nena,
O lo hacemos fuera venga…
Antes de que vomite encima de tus nalgas,
Y confunda tus labios de miel,
por la hiel que derramaré encima de mi piel,
¡Venga, venga venga!
miércoles, 20 de enero de 2010
martes, 19 de enero de 2010
Por qué por qué y por qué
Me siento como si me hubieran arrojado un jarro de aceite hirviendo y después las orugas hubieran curado las heridas de mi corazón,
Me siento como si la belleza y la honestidad sólo estuvieran en la inocencia inmaterial o en la marchitada debilidad.
Estoy dolida ante tanta miseria e hipocresía.
Abandono mi cuerpo convirtiéndolo en una marioneta más de aparente felicidad artificial, y me guardo toda mi alma para lo mudo e invisible.
Adiós.
Me siento como si la belleza y la honestidad sólo estuvieran en la inocencia inmaterial o en la marchitada debilidad.
Estoy dolida ante tanta miseria e hipocresía.
Abandono mi cuerpo convirtiéndolo en una marioneta más de aparente felicidad artificial, y me guardo toda mi alma para lo mudo e invisible.
Adiós.
miércoles, 13 de enero de 2010
Discurso moral
(...)Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es el único problema. Para no sentir el horrible paso de Tiempo que quiebra vuestros Hombros y os curva hacia la tierra, tenéis que embriagaros sin tregua.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como gustéis. Pero embriagaros sin tregua.
Y si alguna vez, en las escalinatas de un palacio, en la hierba verde de una cuneta, en la soledad sombría de vuestra habitación, os despertáis, con la embriaguez disminuida ya, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle, qué hora, es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, os responderán: ¡Es la hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como gustéis. Pero embriagaros sin tregua.
Y si alguna vez, en las escalinatas de un palacio, en la hierba verde de una cuneta, en la soledad sombría de vuestra habitación, os despertáis, con la embriaguez disminuida ya, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle, qué hora, es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, os responderán: ¡Es la hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo.
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Los paraísos artificiales_Baudelaire
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