Agotadas caen mis manos sobre el piano.
Y una vez siento la oleada fría de marfil,
las yemas lisonjean los afilados dientes
haciéndoles olvidar cual leteo que pudieran tener.
(Silencio)
Y una vez siento la oleada fría de marfil,
las yemas lisonjean los afilados dientes
haciéndoles olvidar cual leteo que pudieran tener.
(Silencio)
Balanceo mi cabeza y ésta vuelve a mirar el Alba
Titubeando otra vez a los dóciles colmillos.
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